AMOR



Gustavo Adolfo Bécquer


Amor eterno

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.



HIMNO AL AMOR


Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.


El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.


El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.



Carta de San Pablo a los Corintios 13, 1-13


INDICE:

1. ¿QUIERES CASARTE CONMIGO? (Fernando Alberca de Castro)

  • YO: la etapa de la “buena química”

  • NOSOTROS: cerca, pero aún no es el verdadero amor

  • TU: el fundamento de la felicidad permanente

2. EXPERIENCIA AMOROSA: ETAPAS O DIMENSIONES

  • LA DIMESNION CORPORAL SENSUAL.

  • LA DIMENSION AFECTIVA. 

  • LA DIMENSION PERSONAL. 

  • LA DIMENSION RELIGIOSA.

3. HIMNO AL AMOR

 

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1. ¿QUIERES CASARTE CONMIGO? (FERNANDO ALBERCA DE CASTRO)


 

Fernando Alberca de Castro es un educador español que a su condición de padre de familia y directivo de centros de enseñanza añade la de escritor en temas de su especialidad. Recientemente, publicó en España otro libro “¿Quieres casarte conmigo?”,  en el que encuadra las dimensiones de cada término y describe los tres pronombres sucesivos de una verdadera y estable relación amorosa: el yo, el nosotros y el tú.

YO: la etapa de la “buena química”

El Yo... Es el enamoramiento que podemos sentir cada uno, a veces sin conocer aún el sentimiento del otro. Así comienzan los noviazgos y cuando la etapa del Yo es bien llevada y se logra superar, representa los cimientos de lo que más tarde será el amor verdadero. La etapa es tan intensa y hace sentir tan feliz que muchos noviazgos se quedan en esta fase de “hacer buena química” y aún llegan a enamorarse de su propio enamoramiento. Sin embargo, el riesgo es que en cuanto falle la “buena química” esa relación se rompe y él o ella van en busca de alguien más que le haga experimentar la sensación.

 

NOSOTROS: cerca, pero aún no es el verdadero amor

El Nosotros... Los que se quedan en el Yo, no llegan al Nosotros, algo que es muy parecido al verdadero amor del matrimonio. En la fase del Nosotros hay buen entendimiento, disfrutan mutuamente de su compañía, pero … los signos de la madurez del amor no aparecen todavía y por ello es posible que no perdure y la relación todavía puede ser rota con más o menos facilidad.

 

TU: el fundamento de la felicidad permanente

El Tú... Es el momento en que se acepta de tal manera a la persona a quien se ama que se entrega él mismo con su libertad y con su futuro. Aquí se ama con el mismo amor con el que se quiere a uno mismo. Dice Fernando Alberca que esta fase es muy seria y constituye el fundamento mismo de la felicidad permanente.

 

“En mi adolescencia llegue a pensar que la posibilidad de encontrar a la mujer perfecta era una cruel utopía. Hasta que encontré a mi novia. Y entonces resolví mi intriga infantil y mi incredulidad adolescente: era posible dar con la única persona con la que ser feliz. Muchas son las mujeres que coinciden en sus principios conmigo, y muchas las mujeres atrayentes a mi gusto. Pero de pronto coincidí con una en la que todo esto se daba; y además se dio mi decisión de implicar toda mi vida en hacerla feliz, siendo yo también feliz al hacerlo. Y lo mismo por parte de ella.

En el matrimonio se es feliz haciendo feliz al cónyuge… pero las bases se ponen desde el noviazgo.


¿Quieres casarte conmigo?. Fernando Abarca. Ediciones Palabra, Madrid 2008. 204 páginas.

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2. EXPERIENCIA AMOROSA: ETAPAS O DIMENSIONES



REACCIONES
MOTIVO
FIN
ACTO
PLENITUD
Dimensión corporal-sensual
Excitación
Corporeidad
Cuerpo del otro
Unión carnal
Placer
Dimensión afectiva
Emoción
Valores afectivos
Presencia interior
Memoria
Unión afectiva
Complacencia
Dimensión personal
Admiración
La misma persona única e irrepetible
Comunión
Amor electivo
Gozo
Dimensión religiosa
Estupor
Dios
Comunión con Dios en la comunión persona
Veneración
Felicidad

LA DIMENSIÓN CORPORAL SENSUAL.

Hay una reacción ante la diferencia del otro que me atrae y se produce una excitación por los sentidos externos, diferente para el hombre y la mujer, motivada por la corporeidad del otro, lo que llaman, los valores sexuales. Esta excitación, me hace vulnerable ante el otro y todo esto es porque se dirige a un fin, se dirige hacia el cuerpo del otro, hacia los órganos sexuales del otro. Esto se tiene que concretar en un acto, que es la unión carnal, siendo la plenitud de esta unión carnal alcanzar el placer.

Aquí es donde por desgracia, se quedan muchas personas, que no son capaces de pasar a la siguiente dimensión en esta experiencia amorosa.


LA DIMENSIÓN AFECTIVA. 

En esta dimensión, hay una reacción de emoción, esto indica que la persona, no solo tiene una excitación corporal, sino que se emociona interiormente, aquí priman los sentidos internos. Viene motivada no solo por los valores sexuales, sino también por los valores afectivos. El fin se dirige a una unión en el afecto, como modo de presencia del otro en mí, un modo de habitar en el otro, me acompaña su sonrisa, la tengo en mi memoria, hay como una unión, un acto, que no solo es carnal, sino también sentimental, una unión afectiva. La plenitud de esta dimensión afectiva, sería la complacencia, es el momento en que el chico y la chica se dan cuenta de que se han enamorado. Para algunos, termina aquí la fenomenología del amor erótico, fundamentado en tener como plenitud la complacencia.


LA DIMENSIÓN PERSONAL. 

La reacción propia es la admiración motivada por los valores corporales que hay en ella, esta reacción es motivada por la misma persona que es única e irrepetible, me lleva a formar una comunión con ella, que tiene como acto propio, un amor electivo dirigido a una plenitud que podemos llamar gozo.




LA DIMENSIÓN RELIGIOSA.

Ante esta persona, se produce una reacción de estupor, provocada por el misterio de la misma. Hay algo que va más allá. “Esta chica, ¿cómo es tan guapa? Parece que ha sido creado para mí.” Esta reacción viene motivada y nace de Dios. Toda persona en su singularidad, remite a Dios y en la experiencia del amor, se ve especialmente. Esta experiencia, tiene como fin la comunión con Dios, en la comunión humana. El acto propio es la veneración de un misterio que se revela en esta comunión. La realidad de la otra persona me hace plenamente feliz, es decir, la plenitud, es la felicidad.


J. Pieper dice:                       Qué bueno que tú existas.

J. Pablo II dice:         Amando el amor humano, se descubre el amor de Dios.



Lo importante en todo este proceso, es el tiempo porque en el tiempo es donde se cultiva esta experiencia amorosa. Disfrutemos del tiempo de cada dimensión, no aceleremos las cosas. Es bueno vivir una etapa de noviazgo tranquila, sin prisas. Para conocer a una persona no hace falta acostarte con el/ella, se conoce hablando y escuchando. El noviazgo debería ser comunicación.  Cuando el amor y la admiración que tengo por esa extraordinaria persona me pide estar a todas horas con ella, es cuando paso a la siguiente etapa, establezco un compromiso. 

  • Quiero estar toda mi vida contigo,

  •  te entrego mi vida entera, 

  • quiero casarme contigo,

  • porque sin ti me falta el aire, y contigo me ahogo en pensar que tendrás que separarte de mí.

 Cuando esto ocurre, es el momento de madurar y asumir la responsabilidad del Matrimonio.

 

Yo recomiendo guardar la guinda de la tarta para el final, es un regalo único e irrepetible que compartiré con la persona con quien decida vivir con ella para siempre. No necesito acostarme con mi pareja para saber si la quiero, sino ,porque la quiero no me acuesto aún con ella.  En la cálida estabilidad del matrimonio encuentro una sexualidad rica, responsable y duradera. Lo más hermoso que una pareja puede hacer es guardar su virginidad para el matrimonio. Entregar la virginidad para el matrimonio es un verdadero regalo que perpetua la confianza en la pareja y ayuda a que sea duradero el compromiso. Cuando se adelanta la sexualidad antes del matrimonio, en una fase  inicial o en una dimensión solo corporal-sensual, has perdido el encanto de poder seguir a las siguientes dimensiones y pierdes interés por la relación; pronto buscaras otra pareja que utilizas como objeto de placer. Date tiempo para conocer a la persona, no te quedes solo con el cuerpo.


Yo he vivido esta forma de noviazgo, duró dos años. En el matrimonio descubrimos nuestra sexualidad plena. Ambos eramos vírgenes, era nuestro regalo de matrimonio( aunque a veces costaba, menos mal que se inventó la ducha de agua fría).  Descubrir el sexo con la persona amada en el matrimonio es una experiencia única, y ayuda a confiar más en tu pareja y a perpetuar la relación, a la vez que vences con madurez tus debilidades trabajando la voluntad. La castidad no es un castigo, es una decisión y un regalo.  Llevamos casados 18 años, tenemos dos niñas. Amo a mi esposa con todo mi alma, y a mis hijas con mi vida pues son fruto del amor verdadero. El amor es servicio, entrega, darse. Todos los días nos amamos: con gestos de entrega (hacer la cena, fregar, recoger la vajilla, planchar, dar un masaje relajante, dejar que descanse tu pareja después de una jornada de trabajo, todos los días se debe de decir una palabra de amor a tu pareja, etc).Todos los días hay que conquistar a tu pareja. Tenemos una relación que trasciende lo material. Doy fe de que el amor verdadero y duradero existe.



  3.HIMNO AL AMOR

“Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.

Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.

Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.

El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.

Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.

Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.

En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande todas es el amor”.

Carta de San Pablo a los Corintios 13, 1-13